viernes, 4 de septiembre de 2020

Suicidios inofensivos, supervivencias al natural.

tengo un corazón que siente demasiado

hecho de hermosos diamantes brillantes

bañado en oro puro resplandeciente como el sol

que late al compás de las alas de los pequeños colibríes


tengo un corazón que pesa demasiado

que brilla tanto que a veces me deja ciega 

que resplandece tanto que a veces arde y quema

que late tanto que a veces parece que va a reventar


tengo un corazón que cuesta mantener a flote

que a diario tienta con hundirse en la profundidad

porque entre más vivo más me cuesta hacerlo funcionar


/


siento mi pecho pesado y a punto de explotar

no importa que las emociones no me desborden

no importa que todo esté perfectamente en orden


mi corazón es pesado y siente demasiado

y siento que nada más el cargarlo a todos lados dolerá


calma corazón, calma por favor


/


ansiedades incontrolables nocturnas 

en noches tranquilas de profundo respirar

suicidios inofensivos y supervivencias al natural

 

Puertas del cielo.

Así se me abran de nuevo las puertas del cielo, cómo he de confiar, en que otro cuerpo más me acompañe a sostener parte de este peso


Habito en otras vidas, me establezco con comodidad pero ya nada parece aguantar mi densidad


Traspasa mi alma nada más, cayendo al vacío infinito que existe al otro lado de este portal, dejándome más fragmentada que un cristal


No tomes nada por sentado


Que los besos robados son un paraíso y al instante arena seca de un desierto inmortal, que las inquebrantables promesas se esfuman con un soplido como espuma amarilla en el mar


Y guardas en tu interior tanta de aquella supuesta realidad, sintiéndote seguro, pleno y en paz hasta que de tanta ilusión guardar tus paredes se terminan por agrietar


Y expuesta queda la fantasía

Y sobre tus hombros se cierra el telón


Lo que no vibra aquí más, lejos se debe quedar

Fortaleza que el tiempo y la experiencia te han hecho adquirir, de lo que puedes estar orgulloso de ti


Soltar ya no es un problema, (creo, que) soltar ya no es un problema.


Pero ahora que se abran de nuevo las puertas del cielo, cómo he de confiar, cómo encarcelo estas ganas fervientes que tengo de amar


Y al sentirlo, cómo descifrar el desarrollo natural de su autenticidad. 


Los poemas.

El poema que escribiste sobre mí se lo regalé a alguien más


A alguien desconocido que pudo apreciar tus palabras sin su trasfondo, que sin esfuerzos no se sintió aludido, que apreció mi belleza descrita como un cuento y con arrugas en la colita de sus ojos me dijo que se lo daría también a alguien más


Cuando la persona querida se canse de leer(nos), me gustaría que entregue tu puño y letra también a alguien más. Y que tu aliento y mi figura y el calor de las miradas y el color de los besos se impriman anónimamente en la virgen mente de aquellos


Y hacernos un huequito chiquitito allí, quizás hasta nos reciten mientras hacen el amor y nos quedemos invisibles pero eternos entre tantos de esos cuerpos.


Depósito real de una vida fantasmal.

Para volver a verte cuando no te recuerdes y sentir lo que viviste aquella vez que perforó hondo en tu pecho el malestar

Porque esas cosas te suelen recordar que exististe, que exististe en un mundo paralelo, que fuiste tú misma pero tan diferente, porque cada día somos más diferentes, porque nunca somos las mismas personas, siempre más o somos menos, nunca igual


Entonces cuéntame qué perdiste que se te quiebran las alas tan vacías de ganas, y cuéntame qué ganaste que veo como el pecho se te infla de jolgorio rebosante

Cuéntame quién eres ahora entre ese punto medio de existencia, a segundos de pensar y repensar en que tu labor como caminante perdido sobre la faz de la tierra, quizás si valga la pena


(¿Me oyes?) siempre vale la pena.


Irse nada más con el viento.

 Se halla aquí una vez más

El viento le cala los huesos y pone sus vellos en punta dándole una sensación de libertad que esparce en su interior un vacío particular que no se siente ni bien ni mal. 


Está acostada y contempla el cielo que se ve profundamente negro aquella noche, y la busca y la busca y la busca y la busca y no está. Necesita susurrarle con tantas ganas, drenar sus mares en dichos cráteres y formar pequeñas lagunas de esperanza, de la esperanza que siempre le brinda.


Ando por el sendero blanco que marca mi camino, ando y ando y poco a poco me voy desesperando, empiezo a correr y entre más velocidad consigo se hunde mi sendero blanco, mi camino ambiguo hacia mí tan ansiado y perfecto destino. 


Se va atascando con mis nubes, su estado gaseoso atrapa sus pies, queriendo succionar su cuerpo y dejarlo caer contra el duro pavimento de la verdad. 


Y corro y corro y corro y tengo miedo y estoy asustada y estoy llorando, no porque estoy cayendo sino porque no la veo, y si no la encuentro quién más me va a escuchar, y si no vuelve a aparecer qué tendrá eso que significar. 


Y el sendero blanco desaparece y ella se cuelga de una estrella que brilla tanto que quema y le duelen los dedos, los brazos, las piernas, el pecho, los huesos, todo aquí dentro tiembla. 


Siento como el calor amenaza con volverme en cenizas pero siento cómo la amenaza que tanto dolor me infunde es también mi más sincera salvación. 


Y de un instante al otro lo entiende todo, lo entiendo todo y nos dejamos ir nada más con el viento.


Falling apart to fall into place.

 ¿Recuerdas?


Ese día en que tu sangre se volvió vino y llenó a tope mi copa tal cual vacío de inmensa profundidad. Cuándo me mirabas con ojos rotos y blanquecinos, mordiéndote las uñas, rasposas y húmedas que me acariciaban con lo poco que te quedaba ya por desgarrar.


Nunca entendí cómo batallabas contigo misma por ofrecerte tanto estando partida.

¿No te dolían las vísceras ni los huesos con cada paso hundido entre los vidrios rotos y la arena caliente de mi terreno? No te ardía en la piel el veneno que ingeriste de mis labios esa única vez. 


Deberían estar desintegradas a estas alturas ya tus alas y tus pies.


Y tú sigues cautivandome.


Y haces que mi sangre se vuelva río caudaloso desde mi nariz, que mis ojos miren hacia dentro de lo negro escondido, hacía allá donde se quedó lo que compartí contigo. 

Que mis brazos se tornen incontrolables raíces, débiles, húmedas, asquerosas, guiándome hacia ti.


Y me llega el dolor punzante en la costilla; me fulminaste. 


¿Estás contenta? 

Ganaste, pequeña insignificante. Me hago mierda junto a ti.


Sin nombre.

¿Recuerdas?


Ese día en que tu sangre se volvió vino y llenó a tope mi copa tal cual vacío de inmensa profundidad. Cuándo me mirabas con ojos rotos y blanquecinos, mordiéndote las uñas, rasposas y húmedas que me acariciaban con lo poco que te quedaba ya por desgarrar.


Nunca entendí cómo batallabas contigo misma por ofrecerte tanto estando partida.

¿No te dolían las vísceras ni los huesos con cada paso hundido entre los vidrios rotos y la arena caliente de mi terreno? No te ardía en la piel el veneno que ingeriste de mis labios esa única vez. 


Deberían estar desintegradas a estas alturas ya tus alas y tus pies.


Y tú sigues cautivandome.


Y haces que mi sangre se vuelva río caudaloso desde mi nariz, que mis ojos miren hacia dentro de lo negro escondido, hacía allá donde se quedó lo que compartí contigo. 

Que mis brazos se tornen incontrolables raíces, débiles, húmedas, asquerosas, guiándome hacia ti.


Y me llega el dolor punzante en la costilla; me fulminaste. 


¿Estás contenta? 

Ganaste, pequeña insignificante. Me hago mierda junto a ti.


Suicidios inofensivos, supervivencias al natural.

tengo un corazón que siente demasiado hecho de hermosos diamantes brillantes bañado en oro puro resplandeciente como el sol que late al comp...